La iniciativa forma parte de un proyecto piloto sobre renta municipal de inserción, financiada con fondos europeos

LA VANGUARDIA

Barcelona estrenará este mes de mayo una moneda propia, el ‘rec’, con la circulación inicial del equivalente a un millón y medio de euros. Se trata de un proyecto piloto de moneda ciudadana digital que por ahora solo se aplicará a los 10 barrios del ‘eje Besòs’, en la frontera este de la ciudad. La idea inicial, que causó un gran revuelo al mencionarse en el programa electoral de Barcelona en comú, ha mutado a lo largo de los tres años de gestación en una iniciativa de marcado acento social y compartida con el tejido comercial de proximidad.
El ‘rec’ llega de la mano del proyecto de investigación B-Mincome, que estudiará las potencialidades y riesgos de garantizar una ayuda municipal directa a las capas de población más vulnerables, para sospesar la viabilidad de una renta básica universal. Se financia con fondos europeos, al haber sido una de las 16 ganadoras del programa Urban Innovation Actions. Las mil familias participantes, voluntarias y elegidas por sorteo –con las ponderaciones que exige el estudio–, cobrarán el 25% de su asignación en esta moneda barcelonesa y solo podrán gastarla en comercios, restaurantes, asociaciones e iniciativas de los 10 barrios participantes.
Como en otras ciudades con moneda local, como Bristol, Lisboa o Santa Coloma de Gramanet –cuyo grama cumple un año este abril–, la vocación básica del ‘rec’ es estimular la compra cotidiana de proximidad en el débil ecosistema de la periferia. En barrios como Baró de Viver (Sant Andreu) o Vallbona (Nou Barris), donde el cierre de tiendas ha sido una constante las últimas dos décadas, los tenderos supervivientes podrán adherirse al proyecto para intentar ganar clientela y sobre todo fidelizarla frente a la competencia lowcost de las grandes superficies.
El nombre de la moneda, que se inspira en la milenaria acequia condal, es la sigla de Recurs Econòmic Ciutadà. La representará una R mayúscula que esconde un signo de suma en su vertical, un carácter ya existente en muchas tipografías. Su valor es una correlación directa con el euro: un ‘rec’ equivaldrá siempre a un euroNo tendrá versión impresa y se basará en la tecnología de seguridad blockchain.
Además de las familias del estudio B-Mincome, cualquier ciudadano la podrá utilizar si se descarga la aplicación móvil gratuita ‘rec Barcelona’, que funciona como un wallet y deberá estar asociada a una cuenta corriente. Para quienes no se manejen bien con los smartphones, a causa de la brecha digital en clases bajas o por las circunstancias que sean, podrán solicitar una tarjeta física para realizar pagos escaneando un código QR personalizado y consultar el saldo en el centro cívico.

Interés comercial

Por otro lado, la iniciativa requiere la adhesión de un número significativo de comercios en los que gastar la moneda con facilidad, además de asociaciones locales que también admitan ‘recs’ para pagar cursos, actividades y cuotas. La captación se canalizará a través de la docena de entidades de comerciantes y juntas de paradistas de mercados municipales que hay en los 10 barrios: Ciutat Meridiana, Torre Baró, Vallbona, Roquetes, Trinitat Nova, Trinitat Vella, Baró de Viver, Bon Pastor, Verneda – La Pau y Besòs – Maresme. El interés mostrado por estos colectivos es muy alto, aseguran los impulsores, por lo que estiman que los negocios que finalmente se adhieran podrían llegar incluso al medio millar.
Los tenderos adheridos no necesitarán ningún datáfono ni infraestructura, más allá de su móvil personal. Los ‘recs’ que cobren los podrán gastar en su día a día como ciudadanos o convertirlos a euros. Las familias, a priori, no podrán canjear sin una causa justificada. Sí podrán transferirlos, por ejemplo a un hijo o a un amigo. En última instancia, ya está contratado un aval por si hubiera familias que no consiguieran gastar sus ‘recs’ y necesitaran convertirlos con urgencia.

“No es una moneda municipal sino ciudadana”

El Ayuntamiento de Barcelona participa en la iniciativa como uno de los cinco integrantes de la Taula de Canvi, que durante la fase piloto lidera la entidad especializada Novact. “No es una moneda local ni una moneda municipal, como las de otras localidades, sino ciudadana porque surge de una alianza con el tejido asociativo y comercial y la gobernanza será compartida”, ha explicado el comisionado de Economía Social del consistorio, Álvaro Porro, en la presentación a la prensa este jueves. “El ‘rec’ se ha cocinado lentamente para lanzarlo con bases sólidas y que no haya ningún riesgo que no esté previsto”, ha defendido.
Dos de las entidades cómplices del proyecto también han expuesto sus primeras impresiones. “Esperamos que nos ayude a captar público joven, que en Trinitat Vella hay muchos jóvenes y de todo el mundo, poco habituados a comprar en el barrio pero siempre con el móvil en la mano”, ha explicado el presidente de la asociación de comerciantes de este vecindario, Josep Jordà. “Todo lo que pueda ayudar al pequeño comercio en barrios que lo hemos perdido tanto, como los del Besòs, bienvenido será”, ha valorado Zaida Palet, activista vecinal de Vallbona. “Pequeñas iniciativas como esta nos ayudan, aunque la situación socioeconómica es muy grave y queda aún mucho camino por andar”, ha advertido al consistorio.

Expansión y retos

A lo largo del primer periodo experimental, que concluirá en octubre de 2019, esta mesa deberá evaluar los resultados de la moneda y decidir su futuro. Aunque el consistorio es cauto al augurar escenarios de futuro, abre la puerta a la extensión de la moneda a toda la ciudad si logra una buena implantación. La gratuidad del sistema está garantizada hasta octubre de 2019 gracias a los fondos europeos, pero a partir de ese momento dependerá del modelo de sostenibilidad que permita el número de usuarios y que decida la Taula.
Otro de los retos que tienen por delante está elegir la personalidad jurídica que sostentará la moneda y valorar el tamaño máximo que deben tener los negocios adheridos y el eventual interés de barrios de Montcada i Reixac que limitan con Barcelona y comparten cotidianidad comercial, como Can Cuyàs y Can Sant Joan. El nombre Taula de Canvi, por cierto, también tiene reminiscencia medieval: remite a la primera banca pública de Europa, que se creó en 1401 en Barcelona.